Viaje

El Hombre del camarón de Oro

El hombre del camarón de Oro.    

 

  Llegaste a Guadalajara, la Perla de Occidente, una de las ciudades más lindas de México y quieres comer algo diferente, pero a la vez cargado de sabor tapatio, pues hoy te voy a contar uno de los secretos mejor guardados de la comida en la ciudad, te voy a llevar a comer mariscos, y no a cualquier marisquería, te voy a llevar con "El Negro".


Ubicado en el barrio de Santa Teresita, cerca del centro de la ciudad, en la esquina de las calles Ignacio Ramírez y Francisco Zarco, se encuentra este restaurante, donde lo primero que verás será la sonrisa y el trato amable de su personal.


       Custodiando la entrada se encuentra una estatua del chavo del ocho y su barril, que no pasan desapercibidos por que son de tamaño natural, al entrar puedes encontrar mesas redondas y cuadradas, equipales amplios y cómodos, que te invitan a sentarte, y con el calor que hace en Guadalajara, también te invitan a tomarte una cerveza bien fría; no bien estas instalado en tu asiento, el mesero llega presto con la carta y con un con que quieren comenzar?, ¡de sonrisa fácil y sumamente agradable Toño bromea con la exclusividad de su atención para nuestra próxima visita, por que si de algo están seguros en El Negro, es de que vas a regresar!


La carta es una feria de platos, con nombres divertidos y fotografías atractivas de mariscos, que dificultan de entrada lo que quieres comer, porque todo se te antoja, la carta es variada y amplia, pero para empezar, comenzamos con un caldo de camarón.


             En lo que llega el caldo, a la mesa comienzan a caer como en paracaídas platos con tostadas, salsas, chiles y de repente, aparece El Negro en persona, nos saluda, nos pregunta si estamos bien atendidos por Toño y pide que nos traigan de cortesía un Marlin especialidad del Negro, un platillo delicadamente sazonado, con el picante justo para poder distinguir entre el sabor del chile y lo ahumado del pescado, una delicia, el Negro bromea sobre si nos gusta el plato.


          Llegó el caldo de camarón, servido en un típico jarrito de Tonalá, una porción pequeña, pero suficiente, enchila, si, estamos en México, no lo olvides y este restaurante es visitado en su mayoría por gente que vive en la ciudad, así que si quieres que la comida tenga menos picante, tendrás que pedirlo con anticipación. Lo picante no le quita lo espectacular, es una mezcla que te invita a querer ver el fondo del jarrito.


        Después llegaron los pulpos al ajillo, servidos en un plato de barro, como el Jarrito del caldo de camarón, ¿podrían estar más ricos? No lo sabré nunca porque antes de que pudiera instalar la duda en mi paladar, llegó como paracaídas otro plato de barro igual de grande, pero con aguachile de camarones, que solo de acordarme, se me hace agua la boca...


        Toño atento en todo momento esperaba la señal para traernos de beber, ya que le habíamos dicho que después del caldo de camarón, ya que fuimos a desayunar como a eso de las 11:30 de la mañana, rápidamente nos ofreció el agua fresca de la casa, de horchata, de atún o de jamaica... ¡Atún por favor! Que gran elección, el complemento perfecto, una delicada mezcla de Atún y limón, refrescante, pero sobre todo de mucha ayuda para quitar lo picante del aguachile de camarón.


        Ya para cerrar y no quedarnos con hambre, nos trajeron unos "tacos gobernador", eso fue, cerrar con broche de oro nuestra experiencia y antojo de mariscos, un taco con tortilla de maíz tamaño regular, con camarones guisados, cebolla, pimiento y una salsa que de verdad te dan ganas de pedir más.


Pedimos la cuenta y la relación costo, producto y servicio fue excelente, pero fui directamente con el Negro, a conocer su historia y esto fue lo que nos conto:


Nacido en una familia de 15 hermanos, siempre ha vivido en el mismo barrio, de hecho su antigua casa de la niñez está frente al restaurante, que como él mismo dice:

 "no es mi trabajo, yo no trabajo, yo me divierto inventando platillos"; comenzó vendiendo elotes en un puesto ambulante ayudado por su hermano, poco a poco fue cambiando de rubro hasta que comenzó a vender mariscos en un puesto callejero, y a base de trabajo duro, pero sobre todo amor y gusto por cocinar, más bien por crear e innovar, fue haciéndose de un nombre, de un local pero sobre todo del gusto del exigente paladar tapatio. 


Mientras nos cuenta su historia pasa la gente por la calle y le gritan: Que hubo negro?, todo el barrio lo conoce, lo respeta y lo quiere, se ha ganado el cariño a pulso, por su sencillez, un astuto sentido del humor, pero sobre todo porque su original cocina y la cálida atención personalizada al cliente de todo su equipo de trabajo hacen que visitar su restaurante sea toda una experiencia.


La próxima vez que visites la perla tapatia, visita al hombre del camarón de oro, vive la experiencia de los Mariscos El Negro. Calle Ignacio Ramírez # 646 esquina con calle Francisco Zarco en Santa Teresita. El restaurante cuenta con un estacionamiento a media cuadra, abierto de lunes a domingo de 10:30 am a 6:30 pm. 


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