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Cultura

La Virgen "Morena"

La Virgen de Guadalupe

Por Mónica Belén

Con 490 años de tradición el culto a la Virgen de Guadalupe sigue siendo la expresión religiosa más popular entre los mexicanos dentro y fuera de México, la manifestación de la fe guadalupana va más allá, es un acto cultural que se ha convertido en una identidad. Cada año, el 12 de diciembre, casi 10 millones de personas de todo el país y de diversas partes de América Latina viajan a la Basílica de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac, al norte de la Ciudad de México, por diversos motivos: para dar gracias por un favor recibido; para pedir por la salud de alguien; para pedir ayuda de cualquier tipo.

Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe

El viaje que hacen las personas desde su lugar de origen se llama peregrinación y los peregrinos se ven por todo el país caminando solos o en grandes conglomerados de personas, en caravanas de autobuses, coches, furgonetas, bicicletas e incluso tractores y caballos, siempre acompañados de la imagen de la Virgen María y adornados con los colores de la bandera mexicana: verde, blanco y rojo. A lo largo del camino hay miles de personas que les dan agua, comida y alojamiento gratuito para que puedan continuar su viaje. Muchos de ellos salen con meses de anticipación para llegar puntualmente a la cita del 12 de diciembre, la Ciudad de México se paraliza como si fuera una Fiesta Nacional, muchos centros de trabajo no laboran o dan el día a los empleados que lo solicitan para ir a la Basílica.

El camino que lleva a los peregrinos al recinto guadalupano se llama Calzada de Guadalupe, está diseñado específicamente para permitir el tráfico vehicular y las caravanas pueden pasar a pie con total seguridad. He visto personas que al llegar al atrio de la Basílica comienzan a caminar de rodillas para ver a la Morenita en su casa, llevan flores, a sus hijos, miles de niños acompañan a sus familias mientras caminan.

Al entrar al templo se escuchan cantos y aplausos, algunos llegan durante el día otros durante la noche del 11 de diciembre antes de las 00:00, todos esperan esa hora para cantarle Las Mañanitas, Feliz Cumpleaños a la Señora del Tepeyac, muchos artistas famosos van por su cuenta a cantar a los pies de su imagen plasmada en el Ayate, esa tela basta formada por las fibras del maguey que los indígenas usaban en la época colonial en México (1521-1821) que mide 1. 95 metros de alto y 1.05 metros de ancho unidos por un hilo blanco.

Cuenta la leyenda, el mito, que la imagen de la Virgen Morena fue una obra divina traída por el indio Juan Diego como prueba al arzobispo Juan de Zumárraga. "Vete Juan Diego, vete a otra parte con tus historias fantasiosas, no blasfemes más" dijo el Arzobispo, "Pero tata, no son mentiras ni cuentos, perdona que insista, la morena me manda a pedirte que le construyas una casa aquí, es la nantli (madre en náhuatl) de Dios, la cihuatltlatoani (La Reina)" Juan Diego insistió desesperado, "¡vete te digo!". En ese momento Juan Diego dejó caer su ayate dejando a todos los presentes admirados, no podían creer lo que veían: Era la imagen de una Virgen joven, morena, embarazada, con todos los signos de ser de la realeza, acompañada de un querubín a sus pies sostenido por una media luna negra, su manto azul estrellado, su pelo largo, negro y lacio, sus ojos clementes entreabiertos, sus manos unidas palma con palma en el pecho, símbolo de comunicación con la divinidad y un resplandor deslumbrante a su alrededor. Cayeron de rodillas ante tal visión e hicieron lo que el indio había pedido. Era el año 1531.

Algunos dicen que fue obra del pintor indígena Marcos Cipac Aquino que trabajaba para los franciscanos, se dice que fue elaborada académicamente copiando imágenes de la Virgen de la Gloria, con estilo flamenco-alemán del siglo XV. Lo cierto es que en esta imagen se puede apreciar el sincretismo, la fusión de dos culturas. La Virgen es criolla, por el color de su piel más morena, una unión de españoles e indios, tiene el pelo largo, suelto con raya en medio para los indios es la virginidad y la pureza, su manto azul simboliza la realeza para los europeos y las flores de su vestido simbolizan la realeza para los indios, la cinta negra por encima de la cintura y su vientre abultado el embarazo, sus manos unidas la compasión y la oración, entre tantos símbolos que unían a ambos pueblos.

En la época prehispánica el cerro del Tepeyac había sido un lugar sagrado dedicado a la diosa madre Tonantzin-Cihuacóatl, la madre o nodriza de la humanidad, la Virgen progenitora, la patrona de los nacimientos y de las mujeres que morían en el parto. Era la deidad femenina más importante de los dioses aztecas, a la que se rendía culto a través de cantos y danzas y era visitada por peregrinos que venían de lejos. Hay quienes dicen que la pintura de la Guadalupana se hizo con el propósito de sustituir las imágenes del santuario de Cihuacóatl, para reorientar el culto que se rendía a la Virgen María.

Se dicen muchas cosas, lo cierto es que hoy la imagen de la Virgen de Guadalupe nos identifica a los mexicanos estemos donde estemos, seamos creyentes o no, porque siempre que vemos una imagen pensamos en México.

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